El comentari de text

La lectura atenta, la comprensió i l’explicació del significat dels textos filosòfics és l’activitat bàsica de l’aprenentatge de la filosofia. Dit això, els “métodes” per realitzar comentaris de text són molt variats i, amb la pràctica, cada estudiant arribarà a adaptar un mètode general a les seves necessitats particulars.

Aquí sols repetim l’estructura que hem adoptar en aquest curs i, a continuació, mostram un exemple extret del manual de la UNED l’autor del qual és el catedràtic de filosofia Diego Sánchez Meca.

Text a comentar:

Para mí es evidente, primero, que esta teoría busca y sitúa en un lugar falso el auténtico hogar nativo del concepto “bueno”: ¡el juicio “bueno” no procede de aquellos a quienes se dispensa “bondad”! Antes bien, fueron “los buenos” mismos, es decir, los nobles, los poderosos, los hombres de posición superior y elevados sentimientos quienes se sintieron y se valoraron a sí mismos y a su obrar como buenos, o sea como algo de primer rango, en contraposición a todo lo bajo, abyecto, vulgar y plebeyo. Partiendo de este pathos de la distancia es como se arrogaron el derecho de crear valores, de acuñar nombres de valores: ¡qué les importaba a ellos la utilidad! (NIETZSCHE, F., La genealogía de la moral, Tratado primero. Madrid: Alianza, 1984)


Comentari

  • Sánchez Meca, D., Historia de la filosofía moderna y contemporánea. Madrid: Dykinson, 2010, pp. 681-684.

a. Síntesis

La idea principal del texto es: Los “buenos”, en el sentido de los fuertes, los nobles, los poderosos, los hombres de posición superior, se valoran a sí mismos como buenos y de este modo crean el valor de lo bueno. Ideas subordinadas son; 1ª El juicio bueno no procede de aquellos a quienes se dispensa bondad. 2ª Los buenos, o sea, los hombres de primer rango, se valoran como buenos por oposición a lo bajo, abyecto, vulgar y plebeyo. 3ª Este sentimiento de elevación y distinción está en el origen de la creación de los valores, no la utilidad.

b. Contextualización

Nietzsche representa la sospecha de que la cultura occidental, caracterizada por la herencia de la Antigüedad y dos mil años de Cristianismo, ha venido recorriendo un camino equivocado. Esta sospecha toma cuerpo en una crítica radical de la cultura occidental que, en su esencia, es una disputa con la metafísica platónica y con la moral cristiana.

No obstante, lo característico de Nietzsche es que no emprende esta crítica como una simple destrucción conceptual de la metafísica y de la moral, es decir, no las desmonta con los instrumentos del análisis lógico (como siempre han hecho los filósofos), sino viendo en ellas, ante todo, un movimiento vital en el que se reflejan estimaciones de valor. O sea, enfocando las ideas metafísicas y los valores morales como síntomas que delatan tendencias vitales.

Este es la perspectiva de su método genealógico, desarrollada, sobre todo, en su obra La genealogía de la moral. De acuerdo con él, lo que la metafísica hace no es sino inventarse un mundo de ideas, de conceptos que no reflejan la realidad del mundo de la vida, sino que la contradicen, la oprimen, la debilitan y la atrofian. La distinción misma entre un mundo de las ideas, en donde está la verdad, y un mundo de la vida, en el que solo se encuentra la apariencia y el engaño, no significa sino un juicio de valor negativo sobre la vida, característico del nihilismo. Se considera mejor el mundo ideal, permanente y seguro de las ideas, que el mundo de la vida con su movimiento incesante y su problematismo fuera de toda lógica. Este juicio es la proyección de una voluntad de poder enferma, nihilista, incapaz de querer la vida como es y aceptarla sin subterfugios. Esto último, en cambio, es lo propio de la voluntad de poder sana y fuerte.

El movimiento nihilista, por antonomasia, es, por tanto, para Nietzsche, el Cristianismo, “que necesita del pecado, de la culpa y del desprecio de esta vida, y nos anima a poner nuestros anhelos en un más allá”. El ideal del pensamiento científico y la moral cristiana, la democracia y el socialismo son, a juicio de Nietzsche, los fenómenos en los que se resume el nihilismo, manifestaciones degeneradas de una humanidad que, sin embargo, en un tiempo (el de los griegos anteriores a Sócrates y Platón) habría sido grande y fuerte.

Nietzsche defiende, pues, la implantación de un tipo de cultura construida a ejemplo de la cultura griega de la época anterior a Sócrates y Platón, con cuyas teorías racionalistas comienza la decadencia de Occidente. El modo de invertir esta tendencia, según Nietzsche, requiere, básicamente, olvidarse de todo “mundo verdadero”, de todo trasmundo supuestamente situado más allá del mundo de la apariencia como lugar de los valores y de los ideales que representan nuestro deber-ser; en otras palabras, aceptar que “Dios ha muerto”, y, con él, todo sentido y todo valor que no dependa de la propia voluntad creadora del hombre.

c. Análisis y explicación

Para Nietzsche, bueno y malo designan la diferencia existente entre los señores, que son los que se califican a sí mismos como buenos, y los malos, que son los inferiores, los esclavos, calificados así por los señores. En cambio los esclavos califican a los señores como malvados. Nietzsche considera que el acontecimiento central de la historia de Europa es la rebelión de los esclavos al final del Imperio romano, con la que se produjo la victoria del cristianismo y la imposición de una moral de esclavos con la consiguiente eliminación de la moral de los señores.

La moral de los esclavos se caracteriza por estar inspirada por el resentimiento. El resentimiento es la agresividad, el rencor y el odio del débil que no es capaz de expresar abiertamente su hostilidad y busca estrategias enmascaradas para hacer daño. El resentimiento es el que inventa falsos valores para culpabilizar a los fuertes, crearles la mala conciencia y de ese modo tratar de vencerlos. Se asocia a la idea de sociedad como rebaño. La moral de los fuertes, en cambio, está ligada a la voluntad de poder afirmativa, que busca la expansión de su fuerza y una continua auto-superación. No acepta los valores establecidos como absolutos, sino que inventa sus propios valores. No es contrario a ayudar a los menos fuertes a condición de que esta ayuda no se produzca por compasión ni bajo el efecto del sentimiento de culpa, sino a partir de un sentimiento de riqueza interior que necesita entregarse. Se asocia a la idea del superhombre.

Estas ideas guardan una estrecha relación con el conjunto de la crítica de Nietzsche a la moral del cristianismo y al idealismo metafísico. Según esta crítica, la nivelación ética, ideológica y jurídica de todos los individuos en las sociedades democratizadas de Occidente, el igualitarismo actual, es el resultado de dos mil años de creencia en una verdad en sí y en una moral única para todos. Esta situación representa, para Nietzsche, la victoria final del predominio del rebaño. La consecuencia última de dos milenios de educación en los valores e ideas de la concepción platónico-cristiana de la vida es la situación de gregarización, de mediocridad, de pasividad y de rebañización característica del europeo de hoy.

¿Cuáles son estos valores? Pues el auto-sacrificio, la obediencia, la castidad, la sumisión, la compasión, la esperanza en el más allá, la humildad, la pobreza, etc. valores propios -dice Nietzsche- de una humanidad debilitada y decadente. Al haber sido impuestos estos valores como los moralmente buenos y predominantes han servido para culpabilizar, desde su predominio, y para crear la mala conciencia en los individuos vitalmente fuertes, sensuales, independientes y dominantes.

El cristianismo ha ejercido así una labor de nivelación que ha concluido en la consagración final y universal del espíritu de rebaño: “Sin muchos escrúpulos -dice Nietzsche- a la hora de utilizar medios coactivos y violentos, el cristianismo ha exigido que se creyera en él, mandando al infierno a todo aquél que se negara a hacerlo”. Así ha hecho predominar (es decir, ha convertido en mayoría) a un tipo de ser humano asustadizo, miedoso, neurótico, que reprime su energía vital y sus impulsos de independencia y de libertad, logrando hacer de la humanidad un rebaño dócil, deprimido y fácil de conducir.

Por su parte, el idealismo metafísico, con su defensa de una única verdad en sí, tiene los mismos defectos de nivelación y de rebañización que el cristianismo, por lo que Nietzsche lo combate con las mismas armas en la medida en que, para él, esta filosofía idealista “lleva en su cuerpo sangre de teólogos”.


Spread the love